martes, 9 de diciembre de 2008

Decir adios con lo mejo... Julio Glan



Asi como el año se acerca a su mas agonica estapa, tampbien esta redaccion se comienza a acercar a los linderos de su cierre, y ante tal nostaligia, la idea de recapitular sobre la muestra plastica mas destacada en este año es una noble y oportuna tentacion.
Desde mediados de año y hasta el 23 de Noviembre, como una templada estación primaveral para el espíritu contemplativo, el museo de San Ilde Fonso nos tenía preparada una muestra de arte que sin duda alguna, y en función de mis cálculos azarosos, considero la mejor exposición del año, no solo por la concurrencia y aceptación que tuve en el grueso de la gente, sino por su calidad estética: La muestra “Pensando en ti” del mexicano Julio Galán.
Por una parte, retadora de las prejuiciadas interpretaciones del arte donde la regla es la que somete el espíritu libre y creador del artista, por otro, fiel retrato de una sociedad pos moderna donde la soledad, la perversión sexual, el egoísmo, la moda y la angustia son las rectoras del obrar cotidiano, esta exposición logro encarnar el destino elevado del arte, desde una plataforma aparentemente desagradable, grotesca y deprimente que es la vida de Julio Galán.
Contrario a lo que muchos opinaron al respecto, me veo en la imperiosa necesidad de informar al público que lo de Julio Galán ¡no es simplemente la expresión de su vida cotidiana! Lo que julio Galán hace es plasmar desde la sensibilidad y particularidad de su vivencia, la más completa y universal expresión del dolor, la incomprensión, la depresión, la locura, la homosexualidad, la egolatría, la sociedad posmoderna. Esto lo podemos saber por una simple prueba a la que yo llamo “del valor axiológico sensible de lo estético”: Al ver los cuadros de Galán, no es su vida lo que nos viene a la mente, sino primordialmente nuestra vida, nuestra emoción, esa que vivimos y nadie conoce mejor que nosotros. En pocas palabras, La obra de Galán, así como la de los grandes artistas, por medio de los paisajes de su propia experiencia, nos traslada, como atentando contra toda gravedad, a los pasillos de nuestra propia existencia. Afirmar lo contrario es poner la obra de Galán al nivel del diario de una preparatoriana, lo cual es infinitamente inferior, estéticamente, a una verdadera obra de arte.
Mexicano, contemporáneo, genio y consumado, a la hora de su muerte Julio Galán nació, y como Lázaro resucitado, Abre la puerta de la vida por segunda vez ante la mirada atónita de la nube de testigos que no pueden hacer ya nada, más que reconocerle como un icono naciente del arte Mexicano.
Oswaldo Aguilar Navarrte

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