lunes, 24 de noviembre de 2008

OMERO LEYVA

Ya sea por la poca energía que los gobiernos dedican a la difusión y el apoyo al arte joven, y al arte en general, o por la quisquillosa naturaleza de la disciplina (el arte), que cobra a los jóvenes una madurez que esta fuera de su presupuesto por reposar sobre el habito (realidad escurridiza para la voluntad del espíritu joven) y la virtud del arte, son algunas de las opciones que se nos ofrecen ante un panorama yermo de muestras juveniles de arte. Aunque estas aseveraciones exigen, de suyo, algunas aclaraciones.

En primer lugar, no puedo comportarme como un ciego que va augurando obscuridad ante todo nuevo horizonte. Seria generalizar lo ingeneralizable el sostener, taxativamente, que las muestras de arte joven son una realidad inexistente en el país, no es mi pretensión sostener esto, ni mucho menos que son pocas las muestras que se realizan, porque seria una mentira. El arte joven en México existe y se manifiesta, claro, en función de las posibilidades que el entorno nacional permite. El problema es el carácter “under-ground” bajo el cual se manifiestan, ambiente que no solo impera en los espacios físicos como galerías y lugares públicos, también se manifiesta en el ámbito financiero. El arte joven adolece de una difusión y un apoyo monetario que los compradores de arte proporcionan. Es así como me atrevo a otorgar el adjetivo de “yermo” al terreno en que se manifiesta el arte joven mexicano.

Es en el ambiente ya descrito donde la presencia de muestras de arte juvenil, serias y significativas, representan un lujo que todo buen ojo estético, sediento de novedad, no puede dejar pasar.
Con conciencia de lo anterior y ya enmarañado en la responsabilidad moral que me atribuye la misma, les ofreceré las coordenadas de una exposición que, por ser significativa e hija de una mano mexicana joven, cumple con los requisitos que todo buen espectador de arte exige. Se trata del trabajo plástico del pintor Guerrerense, Omero Leyva Flores.

Aun con la tinta fresca sobre su titulo profesional, el artista plástico ya ha montado una exposición en las instalaciones de la Escuela Nacional de Pintura Escultura y Grabado “La Esmeralda”, misma de la cual es egresado en la generación 2003-2008.
Con una museografía divorciada de los marcos y el orden convencional, prácticamente todos los espacios del salón se convierten en soportes para la obra que crece de muro a muro, sin dar tregua ni respiro a los espacios que hay entre lienzo y lienzo.


Entre dibujos atípicamente de formato monumental y pinturas de medidas estándar, Leyva envuelve al espectador en una temática y una atmosfera cálida, llena de un “provincialismo” propio de la zona norte del país.
Entre arboles, “texanas”, botas vaqueras, ganado, perros y “Los tigueres del norte”, el artista nos manifiesta las imágenes cotidianas de una forma de vida, no solo ligada a una zona geográfica, sino también a un espíritu humano particular que se desarrolla en función de sus propias perspectivas y al calor de sus propios climas.

Pero eria pobre limitar la obra de Leiva a las cualidades accidentales reflejadas en su obra. En un discurso paralelo, Leyva, como todo buen artista, logra hacer de su tema central, en este caso una región geográfica y cultural del país, un vehículo para la explosión plástica de su espíritu creador. Entre “camionetas de carga”, bocas de perros y viceras de ganado, el artista experimenta resoluciones plásticas que los temas elegidos le exigen, colores que su paleta tiene que alcanzar, trazos que su mano tiene que encauzar para que, no solo en su aspecto físico, sino también en su realidad esencial las cosas quede plasmadas y sublimadas.

En un dialogo polarizado, la imagen de hombres y animales que se desarrollan con naturalidad se ve violentada por escenas rojas y purpuras de viceras y cuervos, generando un desequilibrio psíquico en el espectador, que no hace sino consolidar el equilibrio estético de la muestra.
Esta innovadora exposición estará abierta al publico hasta el 9 de Diciembre en la “Galería la Esmeralda” en el recinto antes mencionado.
Apasionados de la contemplación estética, curiosos y jóvenes sedientos de referentes frescos en el quehacer artístico son los perfiles que, por antonomasia, deben verse atraídos de forma seductora a esta muestra que, de forma gratuita se desnuda para todos ustedes.
Oswaldo Aguilar Navarrete

lunes, 17 de noviembre de 2008

WWW.RIGEL.COM

Cuando se tienen los dedos en el teclado, las pupilas en las chillantes pantallas y el gusto salivando por una buena muestra de arte, basta teclear www.artmajeur.com/rigelherrera, para conseguir saciar la sed estética de un ocioso espíritu enfrascado en la red.
El sitio muestra, entre muchas cosas, los datos bibliográficos de la pintora jalisciense Rigel Herrera, aunque abría que hacer una precisión; el sitio se ocupa de ventilar la actividad de Rigel en el rubro artístico, es decir, no brinda al espectador datos de la vida en general, por ejemplo la infancia o juventud, que son tan enriquecedores y complementan las herramientas que tenemos los espectadores para realizar un juicio mas acertado con respecto al trabajo plástico contemplado. De cualquier forma, podrán encontrar en este sitio los reconocimientos y exposiciones que inundan el haber de la pintora.
Por otra parte, el lugar no solo hace las veces de portal en la red, sino que también funge como una galería de arte donde el catalogo de obras y precios puede ser revisado.
Con respecto a la obra de Rigel Herrera, la página se divide en siete secciones:
- About Shoes, Las divas viven en el cielo: Esta colección consta de 13 obras, las cuales giran alrededor de una sola imagen; “los zapatos”, mismos que esconden tras sus caprichosas formas el ideal de la mujer contemporánea, enfrascada, por fortuna o desgracia, bajo el estricto esquema de lo “fashion” y con este, en el consumo.
- Pintura 2008: Esta sección consta de ocho obras, las cuales giran en torno a la figura de la mujer, plasmada de forma lejana a la pornografía, pero muy cercana al sensualismo. Fondos blanco , imágenes que remiten a las fotos “blanco y negro” y telas que amenazan a la desnudez con quitarle su puesto en la historia de la sensualidad, son las cualidades que estos cuadros denotan, pero en realidad es difícil estipular un tema central alrededor del cual las, obras encuentren una conexión temática.
- Women weaken legs: Como en toda la obra de Rigel, esta sección ensalza la figura fémina con ligeros toques de elegancia, moda, glamour, lesbianismo, sensualismo y por supuesto, una de las mas destacadas virtudes artísticas de la jalisciense, impecable técnica que raya en el hiperrealismo.
- Killing me softly , 2006: Lesbianismo y sensualidad toman poder sobre mujeres de belleza sutil y poco artificiosa, que se bastan con extender su feminidad con movimientos suaves y cortos. En el punto mas álgido, como coronando la muestra, una “oda a las nalgas” entierra lo vulgar, allá donde los tacones nunca entran, y rescata lo sublime de la ecuación, “ropa + piel y carne.”
- Pomapas y piernas: Pompas, piernas, caderas y ombligos toman vida entre los juegos de color, luz y lencería que Rigel plasma en los lienzos, realizando una mescolanza donde la esencia humana queda prácticamente atrapada en los muros de carne que hacen las nalgas y las piernas de mujeres reposando en la naturalidad de su sensualidad.
- Oda a las nalgas: ¡Honor a quien honor merece! Y nadie dará un paso a atrás cuando diga, “las nalgas lo merecen”. Entre carne que crece de forma esférica hacia un horizonte de profundo clímax, Rigel, entre una pincelada fotográfica y un tropel de prendas femeninas, rinde homenaje a una figura que, a estas alturas de nuestro recorrido por la pagina, no podríamos afirmar como exclusiva al gusto de los caballeros. Dominio en los volúmenes y las texturas de la piel se ven sintetizados en una sola parte del cuerpo, captando no solo una sección de la fisonomia humana, sino también la esencia de un acto y un gusto impreso en la naturaleza institiva del genero pensante.
- Estéticas sadianas: Si la controversia no había visitado nuestros juicios, es hora de preparase ya que Rigel, en las dieciocho obras de que consta esta muestra, se preocupa en captar la esencia y las imágenes de una de las practicas sexuales mas criticada y polemizadas: es sadismo. El sensualismo y la discreción de un erotismo que reposa, por antonomasia, en la figura femenina, se queda atrás para abrir paso a una intencional persecución por la pornografía.
Pareciera ser banal lo que describo, pero no es posible quedarse en esa primera y superflua reflexión. Es fundamental comprender que el artista, en el quehacer que su profesión implica, antes que ser un ente moral o social, es un ojo sin parpado, imposibilitado de ahorrarse miradas en el mundo, lejano a los pudores y cercano a una realidad que no leyó los manuales de moral de la secundaria. El mundo, al calor de la suma de los individuos, se bate entre el bien y el mal y es en este revolcado rio donde el artista, como en una elevada cubre sobre la frontera de estas dos realidades, observa el fluir constante de la existencia. Rigel no se dedica, exclusivamente porque también lo hace, a excitar sus facultades y las de sus espectadores, más bien, instrumenta una respuesta a una realidad que, hoy en día, prevalece, por un lado, como gloria de todos, y por otro, como ulcera del acontecer humano.
Así como Velasco dedico sus ojos a los hermosos valles de México, Rigel lo ha dedicado a otra realidad mas conflictiva, pero no por ello carente de belleza, la feminidad en su sentido erótico.

VIENTO DEL OESTE, VIENTO DEL ESTE

La colección Fundación Caixa Galicia, la Universidad Autónoma de México, el Gobierno del Distrito Federal y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes se engalanan con una exquisita muestra de arte español presentada sobre los muros del no menos bello museo de San Ildefonso.
Ante la difícil situación de la España de fines de los años 30, muchos de los artistas que lograron sobrevivir a los enfrentamientos de la cruda guerra civil, encontraron en el exilio la mejor fuga a tan desdichada realidad. Mas necesidad que gusto era la que guiaba sus pasos hacia tierras extranjeras, las cuales, en la mayoría de los casos, les acogieron y les dieron un suelo políticamente apto para poder realizar su trabajo. Fue así como desde el exilio, los artistas españoles tuvieron que resolver el problema que implicaba el promover su producción artística.
Ahora su patria se convertía un abismo vacio de oportunidades y repleto de riesgos, el cual imposibilitaba el apoyo a una disgregada y ya casi esfumada escena artística española, que no vio brillo sino en la suma de los esfuerzos de sus esparcidos representantes.
Con la transición democrática sufrida en España después de la guerra civil, el insondable silencio de las galerías y promotoras de arte desapareció y en un intento por difundir el arte , diversos coleccionista y promotores se dieron a la tarea de rescatar y señalar la grandeza e importancia del arte Español de estos periodos.
Es al calor de estos esfuerzos que nace, en el año de 1989, la fundación “Caixa Galicia” misma que hoy se perfila como una de las mas destacadas promotoras de la escena gallega a nivel mundial. Con motivo a su vigésimo aniversario, la Fundacion Caixa Galicia comparte con el público mexicano su basta colección de arte contemporáneo Español, dejando a nuestra ávida pupila sedienta de belleza obras que en su mayoría fueron pintadas en el exilio.
Por otra parte, el recorrido nos traslada cuadro a cuadro en una profundización cronológica que evidencia el cambio en la temática y las resoluciones plásticas que los artistas han dado a sus obras.
Esta exposición nos brinda algo que, a simple vista, no es tan fácil de detectar en la escena artística contemporánea; el cambio en los temas y el desarrollo social han llevado a los artistas contemporáneos a alterar la constitución cromática de sus paletas, a investigar una nueva generación de soportes y a reconstruir el lenguaje con el cual la vieja escuela (curiosamente ya nombrada contemporánea) establecía sus mensajes.
Es cierto que las obras de Picasso, Miro y Dalí nos dan una pequeña pisca de universalidad en el gusto, dejándonos saber porque fueron jinetes que tomaron la punta de la procesión, para hacerla girar hacia nuevos confines, pero no seria muy agradable pisar las salas de exposición de San Ildefonso con la sola intención de pasear las pupilas por las telas de los grandes, y esto por dos motivos: Por un lado, la promoción dada al evento es engañosa; colocan el nombre de estos gigantes para generar una expectativa, lo que no mencionan es que solo hay un cuadro de Dalí, que si bien no deja de ser grandioso, si deja al espectador con una sensación de insatisfacción ante la breve sensación de gloria. Por su parte Miró y Picasso no distan mucho de la cantidad de obras de Dalí. El segundo aspecto por el cual no conviene ir pensando solo de los tres gigantes es porque la transición temática y la diversidad de estilos son verdaderamente enriquecedor, tanto para el ojo entrenado y el aficionado.
Como mencionaba arriba, el recorrido cronológico de la escena de arte español contemporáneo, es también un recorrido por las nuevas tendencias; para muestra basta resaltar la obra de Xesús Velásquez titulada 18 brumario, la cual muestra al espectador la imagen de un bar; este lugar esta desolado, no hay ni una sola persona, no obstante, la atmosfera generada por el autor es destacable. Los colores y las formas de resolver los contornos de los objetos evidencian una paleta que las escenas de cafés y bares de Toulousse Lautrec o Picasso no exigían. Inclusive los trabajos con luz artificial realizados por Degas los cuales presentaban, en un escenario, bailarinas en pleno acto, nunca exigieron a la paleta del artista un giro tan radical en la constitución cromática. Pareciera que las luces de los bares contemporáneos extreman la naturaleza de los colores hasta sus últimas consecuencias.
No cabe duda que esta muestra es una gran oportunidad para asomarnos a España y ubicar con certeza los grandes nombres y formas de la escena pictórica.

PENSANDO EN TI

“Me gusta maquillarme para provocar y provocarme” Son las palabras que el artista uso con respecto al tema de su aspecto. Julio Galán siempre disfruto de andar por las calles maquillado, ostentando un aspecto extravagante. Pero estos actos provocativos rebasan por mucho el simple ámbito de su vida cotidiana; también su trabajo artístico esta plagado de esta finísimo espíritu provocativo que caracteriza a su obra, misma que hoy, con motivo del aniversario póstumo del autor, se exhibe en el museo de San Ildefonso hasta el 23 de noviembre.
El fotógrafo Norte americano Joel Peter Witkin llego a la escena del arte mostrando al público la belleza de la composición y la perfección técnica de la fotografía empleando temáticas y materiales poco usuales, a saber: cadáveres, partes humanas mutiladas, enanas, gigantas, deformes, quemados etc. Generando en el ojo y la conciencia del espectador una mezcla que ponía e jaque toda orientación moral. Por el ojo desfilaba la armonía de los cuerpos, y así le recibía el espíritu, pero al poco tiempo, como después de un letargo, la conciencia distinguía la temática que ella misma parecía aceptar, generando en el fuero interno del espectador un sentimiento de repudio y fascinación que le comprometía con todo lo que hasta ese momento creía. Del mismo modo, el trabajo de Galán, con otros recursos y de una forma más amable, penetra al espectador por los ojos y pone en jaque la conciencia.
Pinturas como “Si puedes pero no debes” muestran con claridad la finesa con que el autor logra envolver a su espectador en la armonía visual, que no deja ver, a primera vista, la realidad de la escena: De lado derecho, un niño que anda a hurtadillas sin mas prenda que una mascara de zorro y una cola, se dirige sigilosamente a lo que parece ser el cuarto contiguo, donde otro niño descansa bajo sus sabanas con dos perros y un oso colocados a su alrededor. Esto es lo que se nota a primera vista: un niño y sus mascotas (o tal vez sus peluches)… Para la segunda inspección visual, los detalles omitidos anteriormente se dejan ver: de entre la flexión de la pierna con que el niño desnudo da el paso, se alcanzan notar sus genitales, un tanto exaltados por el artista (si consideramos que es un niño) y con respecto al cuarto contiguo, uno puede percatarse que la escena del niño con sus mascotas es mas cercana a una de zoofilia. Los personajes presentan barras negras que fungen como censuras en sus partes genitales y de la misma forma, el niño las presenta en sus ojos y tras de el, un afelpado oso le abrasa en un sentido dudoso. ¿Qué le da a la obra este toque provocativo? Que los tonos pastel de la paleta de Julio Galán y la forma en que representa los personajes, hace difícil creer que se les podía ver en dicha situación. Los perros, osos y niños, perecen ilustraciones de cuentos infantiles, y la atmosfera en que se desenvuelve la escena esta dotada de tranquilidad e inocencia. Si omitiéramos los datos que hacen de esta obra algo provocativo, perfectamente podríamos usarlo para ilustrar un cuento de hadas.
Otro elemento que nos ayuda a distinguir esta obra es la fascinación que el autor siente por Frida Kahlo. En la cabecera de la cama donde la escena del niño y los animales se realiza, es posible ver, entre dos almohadas, a Frida Kahlo, cargando una camilla donde un ensangrentado Julio Galán es trasladado.
Por un lado alago y por otro maldición, el trabajo de Julio Galán a llegado a ser comparado con la obra de Frida Kahlo, situación que juzgo como precipitada y poco fundada. Es indispensable hacer una sutil distinción. Menciona el Eclesiastés “no hay nada nuevo bajo el sol” y con los matices que da este sabio precepto de Salomón, puedo decir, con claridad, que el trabajo de Galán tiene influencia de Frida, pero de esto a poder realizar un análisis comparativo entre obra y obra, creo que hay un abismo insuperable. De hecho la obra de Galán no ha podido ser catalogada en ninguna corriente contemporánea.
Algunos le han querido suscribir a tendencias de índole nacionalista pero esto resulta muy limitado si consideramos que la obra de Julio Galán no queda absorbida en una constante temática de símbolos y sucesos patrios, por el contrario, su constante trato con corrientes y artistas de índole internacional, le brindo las herramientas para poder superar y ampliar las soluciones que el arte mexicano le brindaba. Artistas como Andy Warhol o Sigmar Polk le acompañaron en su desenvolvimiento en la escena artística Newyorkina, la cual decidió aceptar por consejo de Lowery Sims, curadora del Museo Metropolitano de Nueva York, quien al ver su obra, no tuvo duda alguna de su talento.
El uso de ex votos populares o escenas que muestran el folklore mexicano, son símbolos de su influencia cultural mexicana, pero también logra integrara a estos recursos, soluciones como el collage, el aerosol, las piedras y los brillantes, las texturas con telas en yeso y otras técnicas que recoge de su experiencia en el ámbito del arte haciendo de el un infatigable prófugo de los convencionalismo estereotipados.
Autores como Kierkegaard hicieron de su vida la fuente fundamental de su estudio, llevando sus obras a los límites de la emotividad; del mismo modo Julio Galán hace de su vida la veta temática mas fructuosa para su trabajo. En el caso de Kierkegaard es discutible la fortaleza que esto representa ya que, siendo la filosofía su rubro, habría que distinguir en que medida la emotividad ofusca la objetividad. Pero en el caso de Galán, considero que hace lo más elevado en el campo de lo artístico: hacer de la propia vida el tema de trabajo, volcando en la obra, de forma cruda y armoniosa, la propia personalidad del artista.
Así como la realidad, también el arte, en sus distintos aspectos, tiene una jerarquización que responde a un orden de perfección. El arte como el conocimiento arranca de la sensibilidad y es por ende que difícil mente podríamos encontrar producción artística que carezca de vivencia y aun así, dentro de el ámbito de estas podemos jerarquizar su perfección, de tal modo que una obra que se trabaja caprichosamente con vistas a solo “verse bien” carecerá de un sentido de vivencia alto”, el sacrificio de los elementos expresivos, por la simple armonía visual, anula el sentido que podría tener de “vivencia” para dotarla de una intención caprichosa que inventa al calor de la simple imaginación.
Así podríamos matizar estas distinciones con diversos ejemplos, pasando por el caso de la vivencia secundaria (trabajar con lo que no se ha experimentado directamente y que aun así forma parte de la experiencia vivencial) hasta llegar al rubro mas elevado: la expresión pura de la vivencia pura. Es aquí donde se sitúa la obra de Galán. El autor nos brinda un trabajo pictórico que palpita y sangra por cada poro del lienzo, que llora y arrastra nuestros espíritus contemplativos al ritmo del mar emotivo de sus pinceladas y logra esto porque la temática y sus materiales están ensamblados en un solo punto: la vivencia subjetiva del artista que se objetiva en el fuero de la conciencia del espectador. Las imágenes y las intenciones que emplea Galán en sus trabajos los posee de manera más perfecta ya que son recogidos de sus vivencias y son comprendidos en el mismo proceso creativo. Es una acción edificante que parte del uso de la vivencia propia y culmina en la comprensión plasmada en trabajo creativo.
Así como el concepto tiene correlato con la realidad, la obra expresada tiene correlato con la vivencia del autor, dando coherencia y perfección al la obra artística. Un artista que no trabaja y cuida su vivencia genera un arte muerto, analogable al “flaltus bochis” de Guillermo de Ockam.
El trabajo de Julio Galán es un grito lleno de vitalidad que hace de su obra un estandarte de dolor y paradójica alegría, y al ojo del artista joven, la mayor inspiración para la búsqueda de una verdadera y por encima de todo
vívida expresión artística.

CARNE Y COLOR

Es para la cuestión “carnidica” que el Museo Nacional de Arte presta sus grisáceos muros a sus propias obras y a las del Mesee, de Beaux-Arts de Renes, que, en un esfuerzo conjunto, llevan al público mexicano uno de los motivos pictóricos que mas puede hacer vibrar el espíritu: la carne y el dibujo.

Dibujo y pigmentos, figura y color, carne y sustancia pictórica, son los elementos protagónicos de esta exposición que ofrece un bagaje artístico entre los siglos XVI y XX que no busca otra cosa que empapar la retina y la conciencia del cambio evolutivo del arte en materia policromática, temática y técnica.
Es la escuela Italiana del siglo VI quien apertura el viaje por la historia narrada en pinceladas. Su perspicaz lucha por la representación física perfecta, hace de las escenas de martirio y los mitos, la mejor plataforma para exhibir la grandeza de la desnudez humana y con ella de la carne.

Insospechables muestras técnicas se posan sobre la fuerza de los músculos tensos por el dolor y los voluminosos cuerpos femeninos que juega a esconderse tras prendas que no se ven suficientes para cubrirlas.

Obras como las de Lubin Baugin no solo se bastan con plantearnos una paleta constituida de tonos minio, cinabrio y carmín, sino que la búsqueda por el detalle les lleva a usar tonos verdes para dar sensaciones de transparencia en los matices de la piel, evidenciando los suaves tonos de las venas.

Artistas como Luca Giordano no ensenan como los tonos cálidos de la carne explotan y amenazan al ojo con salirse del lienzo, al ser colocados en fondos obscuros y obras como la de Francesco Barbieri demuestran que las transparencias de la tela en el cuerpo femenino, no solo dan un toque sensual a la composición, sino que exaltan los valores tonales de la piel. Siguiendo esta naturaleza de discurso pictórico, los pasos vagos del espectador se topan con un Pablo Picasso que rompe de tajo el minucioso trabajo de los artistas italianos y nos ofrece la erupción estética de la improvisación y la espontaneidad. Con trazos agiles de un pincel acuoso, picazo nos brinda un bosquejo del cuerpo de una mujer de manera monocromática, preocupado solo por las sombras y las luces, medianamente trabajadas al calor de las sintéticas líneas que lo conforman.

Con este trabajo la exposición prologa el cambio de tema: Primeramente una sal que aborda dibujos a carboncillo, temple y lápiz, deja ver la distinción entre el dibujo y el color. Si tuviera yo que describir lo vivido en esa exposición, podría decir que la aplicación del color es la transmisión mas vivida y emotiva del sentimiento artístico, y por el contrario, el dibujo es un ademan racional, concreto y helido, que no da mas que la imagen vertida en la ecuación anatómica; eso es el dibujo italiano del siglo XVI y XVII, un gran aisberg rebosante de estática belleza que surgen como estudio previo a las grandes obras de los maestros.

Al salir de dicha sala, la explosión de la paleta impresionista nos deslumbra. Paul Gauguin y Camille Corot hacen a un lado los cuerpos y sus luminosos volúmenes para darnos una lección de lo más abstracta: Como pintar la hora del día. El bodegón de Gauguin y el paisaje de Corot resuelven la composición no tanto en la forma concreta de los objetos, sino más bien, en las luces que rocían los contornos de los mismos; y a su costado, un Georges Lacombe nos regala una ola repleta de influencias de la estampa japonesa. Con esto comenzamos a distinguir un cambio progresivo en los temas de composición. Las plastas de color, las escenas cotidianas y las policromadas figuras geométricas suplantan las escenas de martirios y personajes mitológicos del siglo XVI y XVIII, aunque en medio de esta encrucijada de revoluciones artísticas, en la sala contigua el área didáctica, los artistas mexicanos José Guadalupe Montenegro y Manuel Ocaranza nos dan una lección a comienzos del siglo XX, de cómo la minuciosidad y perfección en la técnica clásica generan un impacto tan grande como el generado por las obras vecinas de Diego Rivera, Siqueiros, Orosco y el Doctor Atl . Los niños desnudos, casi andróginos de Montenegro y Ocaraza llenan de nitidez y claridad una sala que la violencia de Siqueiros y la obscuridad de Orosco se esmeran en aniquilar.

Y al calor de este dialogo intenso, que no siempre lleva a la complementación, surge la polémica que, podría jurar, busca provocar la exposición: ¿En que medida la anulación de la técnica, la proporción, el detalle y el método que obras como “la noche se abre” de Genevive Asse manejan, implican la muerte o la depuración de la perfección artística?

Dice Guillaume Apollinare: “… El arte hoy en día es austero y hasta el cenador mas remilgoso no podrá encontrar nada que criticar” y por otra parte Siqueiros, con respecto a estos cuestionamientos objeta que el artista y con el su arte, tiene que resolver su trabajo en función de los materiales de su era, de tal modo que encontramos un Siqueiros trabajando con fotografía y proyectores o un Jackson Polloc produciendo con palos y goteros, medios que jamás podrán darnos la perfección estilística de la obra de Luca Giordano o José Guadalupe Montenegro… Que es el arte entonces: ¿La forma en que nos valemos de los materiales y la técnica para someter las intuiciones estéticas percibidas? O por el contrario ¿ mas bien el modo en que nosotros sometemos a los materiales y a la técnica a las exigencias de nuestra intuición estética? ¿Son los materiales y las leyes del razonamiento traduciendo al espíritu? ¿o es el espíritu quien, no para traducirse sino por necesidad, toma arbitrariamente lo que le sirve en función de su instante estético? Las cuestiones las dejo en la mesa y me limito a invitarles a juzgarlo y reflexionarlo por ustedes mismos del único modo que el arte puede ser tratado: cara a cara, carne con carne, pues el arte, en todas sus facetas, antes de ser pensado es sentido y no solo eso, también es vivido.

Oswaldo Aguilar Navarrete