martes, 2 de diciembre de 2008

LA CASA AZUL






Ubicada al sur de la ciudad, sobre los flamantes restos de un pueblo que hoy se levanta como una de las colonias mas atractivas del Distrito Federal, el Museo de la Casa Azul abre de para en par sus amplias puertas de madera para invitar, casi de forma indecorosa, al transeúnte a contemplar una de las muestras de arte mas emotivas de todo el siglo XX no solo en México, sino a nivel mundial, el trabajo pictórico de Frida Kahlo.
Testigo vivencial de cientos de tormentos, la persona de Frida volca, como en una actividad de desdoblamiento, toda la intensidad de su ser sobre los lienzos haciendo de cada cuadro una llaga y de cada sal de exposición un compendio estético del sufrimiento humano.
Provocativo en sus imágenes, contradictorio en su policromía, el arte de Frida Kahlo se esmera en confundir el fuero interno de nuestras conciencias que, influenciadas por los vivos verdes y rojos de los bodegones frutales, quiere pensar en dicha y alegría cuando, tras de este luminoso folklore, se esconde un dolor desgarrador.
La obra de la mexicana pareciera regirse por la lógica que impera en realización de un diario personal ya que, sin perder momento alguno, desde el día en que Frida toma un pincel, no hay eventos significativo en su vida que no sea plasmado en imágenes. Como las adolecentes que documentan su vida, así Frida, empleando símbolos y un lenguaje personal, transmite en su obra todos los sucesos que van moldeando su personalidad.
Es importante realizar una precisión respecto a la comparación anterior ya que, al encasillar la obra de Frida a una simple actividad catarquica como lo es un diario, estaríamos relegando el prestigio de una de nuestras más grandes artistas, a la más vulgar de las concepciones del arte, la finalidad terapéutica y expresiva.
Comencemos por la más banal de todas; el enfoque terapéutico del arte: La búsqueda de la salud es una de las persecuciones más nobles y necesarias para el bien humano y de suyo no es desde ningún aspecto indigna. Pero cuando de arte se trata, la búsqueda de la salud pasa a segundo termino. A lo largo de la historia, una característica que a librado al arte y a su alto destino de la incomoda comparación con las herramientas humanas es la naturaleza de su fin. En realidad el martillo, la artesanía, el artefacto y todas las producciones serviles que son creadas por el hombre tienen razón de esclavas. Son medios que empleamos para adquirir fines mas elevados. En este sentido el arte difiere del resto de las producciones humanas ya que no esta atada a ningún fin ajeno a si misma. Es decir, el arte es su propio fin.
Si el arte se basta a si misma como fin, entonces el ordenarla a la salud mental o espiritual de un individuo, aun cuando no tiene nada de malo, es perjudicar el alto destino del arte, arrebatándole su libertad e independencia y sometiéndole a la mas dura de las esclavitudes. ¿Es este estadio digno de la obra de Frida? Queda claro que no.
Por otro lado, si la obra de Frida se rigiera como un simple diario hecho lienzos, entonces podríamos afirmar que al arte de Frida esta hecho solo para expresar, lo cual es falso:
De forma común, la “la gente” suele pensar que es la expresión lo que el arte tiene como alto destino, sin lograr comprender la limitación que esto implica. Es cierto que el arte tiene como una de sus finalidades el expresar, pero no es la única y tampoco esta abierta al sentido amplio de la palabra. En realidad la restricción esta en el contenido: El arte, en tanto bella arte, tiene la imperiosa necesidad de expresar cosas supremas que, como en un desprendimiento del alma, eleven las facultades más puras del hombre a realidades más trascendentes. A este respecto, la obra de Frida rebasa la expresión a la que esta condenado un diario y a la razón terapéutica a la que esta condenada una catarsis..
Con la precisión antes realizada podemos continuar.

Entre objetos dela artista, fotos, juguetes, muebles y una atmosfera que parece retener a la pintora entre sus muro, el espectador realiza un viaje por la vida de Frida Kahlo, siguiendo su desarrollo a base de pinceladas, mismas que encuentran su mas alta expresión el la obra “las dos Fridas”, misma que el museo no resguarda en su formato original.

Entretenida, impactante, divertida, retadora, la obra de Frida lanza nuestros espíritus, desde las atmosferas tortuosas de sus obras hasta su basto deseo de absoluto, reflejado en cada autorretrato. De esta forma la pintura “árbol de la esperanza, mantente firme” no solo nos manifiesta una mujer esperanzada con salir de su dolor, encerrada en su llanto, también nos muestra la superación de este estado, apuntando en cada pincelada hacia un destino mas alto, donde las lagrimas se resuelven en trascendencia.

Ya sea que busquen satisfacer su anhelo estético, ya sea que solo quieran pasar un rato agradable, el Museo Casa Azul de Frida Kahlo es una gran opción para asistir.

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